lunes, 1 de octubre de 2007

En Río y con mi cuento lleno de flores

La negrita en portugués

El Simposio se inaugura con el homenaje a Ariano Suassuna, una conferencia de William Ospina magnífica como todo lo de él, 10 talleres simultáneos, en portugués los talleres se llaman oficinas, todos relacionados con la oralidad, el mío De la memoria Oral a la Literatura, con un público cálido y ávido de conocer cosas sobre la situación de Colombia, y los brasileros entienden casi todo lo que se habla en español, para nosotros es más dura la cosa. Participé en una mesa temática sobre Histórias de quem faz História, y lo más emocionante para mí en el Simposio, el lanzamiento del libro Histórias das terras daqui e de lá. Emocionante porque comparto un texto mío traducido al portugués con un texto de la escritora brasilera Eliana Yunes.

Cadencioso Río

Desde el dulce Pan

Niemayer, asombroso

Simposio se escribe con s de samba

Río apareció esplendente bajo mis ojos, finalizando agosto. Benitiña Prieto me invitó a su Simposio de Contadores de Historias. Como había que trabajar duro, convencí a Cándido Pazó el narrador gallego,a Belén su novia rociera, a Pedro Mario López el dulce cuentero cubano y a Sandra Barrera la directora del Festival Iberoamericano de Cuenteros de Bucaramanga, de la necesidad de llegar antes del inicio del Simposio, y así fue como nos gozamos la playa, el sol que estuvo esquivo pero cariñoso,el shoping, las cervesiñas, caipiriñas y los sitios majestuosos, obligados en nuestro recorrido. Benitiña nos alojó en un maravilloso apartamento a 100 metros de Copacabana y a 4 cuadras de Ipanema, y desde allí fuimos juntos al Corcovado. Estaba envuelto en niebla, no quería que lo viéramos, pero pudimos ganarle momentos a la bruma y hasta retratarnos con él de fondo. Cuando bajamos , recorrimos el larguísimo puente que parece navegar sobre el mar hasta Niteroi, para encontrarnos así como de golpe con el Museo de Arte Moderno, que Niemayer colocó en la esquina de un peñasco que lo hace aparecer como emergiendo del mar,cosas de arquitecto para el deleite del resto de los mortales.
La magia de Río de Janeiro se palpa palmo a palmo desde Pan de Azúcar. Se asciende en el teleférico cristalino, de diamante dijo su diseñador, haciendo una parada en el Morro Da Urca, como si lo que se quisiera lograr y se logra, es la sensación de competir con el viento cuando ya se ha llegado al Pan dulce, de pura Azúcar. Aparece el mar lleno de olas que mecen miles de barcos que se vislumbran minúsculos desde la altura, la vegetación y la sinuosidad de la curva que bordea la playa salpicada de arena blanca. Todo se observa como si se estuviera sentado en una nube, o mejor como si un pájaro nos permitiera planear sobre sus alas y nos envolviera en la magia del movimiento acompasado, para saborear Río casi completamente desde una de sus alturas, la más dulce la del Pan de Azúcar.

Pan de Azucar al fondo