lunes, 1 de octubre de 2007

La magia de Río de Janeiro se palpa palmo a palmo desde Pan de Azúcar. Se asciende en el teleférico cristalino, de diamante dijo su diseñador, haciendo una parada en el Morro Da Urca, como si lo que se quisiera lograr y se logra, es la sensación de competir con el viento cuando ya se ha llegado al Pan dulce, de pura Azúcar. Aparece el mar lleno de olas que mecen miles de barcos que se vislumbran minúsculos desde la altura, la vegetación y la sinuosidad de la curva que bordea la playa salpicada de arena blanca. Todo se observa como si se estuviera sentado en una nube, o mejor como si un pájaro nos permitiera planear sobre sus alas y nos envolviera en la magia del movimiento acompasado, para saborear Río casi completamente desde una de sus alturas, la más dulce la del Pan de Azúcar.

No hay comentarios: